Desde una roca que sobre el mar emerge
contemplo
la tenue linea del horizonte
mientras
las suaves ondas se entregan al rompeolas...
Permito que su fluir me envuelva
mientras
siento la unidad original
desde
donde yo también voy emergiendo,
habitando, y en este habitar está el sentido,
el cuerpo que hace posible este viaje...
Es disfrutar
adentrarse en lo desconocido
dejarse sorprender
soltar amarras
permitiendo que los paisajes discurran...
ocupando su lugar mientras
mi mirada,
todo por lo que este cuerpo esta siendo penetrado,
ahora,
ocupa también el suyo.
Aquí,
acallado el murmullo del insaciable juez,
en estas condiciones de curvas amables
y caricias de brisa
y sonidos ancestrales que acompasan mis latidos,
es tan fácil confiar en el viaje que
me prometo a mi mismo
nunca más cambiar de aire
de roca
de mar...
nunca más cambiar de cuerpo
nunca de eternidad