el receptáculo de una hoja que está naciendo,
mostrándonos la belleza de su forma,
los matices que la hacen única
en la planta a la que pertenece
y entre todas las hojas de su especie...
expresión así mismo de la vida única que persiste re_produciéndose,
en un mutar y crecer insondable,
misterio que insaciablemente perseguimos,
en una celebración permanente
en una celebración permanente
que da sentido a la vida del hombre que persiste
re_produciéndose, ...
re_produciéndose, ...
invitación a entrar ahí,
desde el aire hasta la raíz,
hacia lo más profundo de la tierra,
descubrir la vida a través de lo que la está produciendo...
encontrar en ella la muerte
desde donde está naciendo...
una hoja
...el crecimiento sigue allí: el grano que está en la tierra no pide sino brotar. ¿Hay que quedarse pasivamente al borde del campo y mirar cómo crece: espero que crezca...? No, por supuesto: sólo hay que hacer, dice Mencio, lo que cualquier campesino sabe, algo discreto y nada heroico: día tras día, arar, escardar, layar junto a los brotes, favorecer su crecimiento, es decir, favorecer la transformación silenciosa que conduce poco a poco, ante nuestros ojos, sin que la percibamos, a que un día el trigo esté maduro y no tengamos más que segarlo. Ayudar a lo que se produce por sí solo, dice también como un eco Laozi, disolviendo nuestro enfrentamiento griego entre lo natural y lo técnico (phusis/tech-né).
Francois Jullien
No hay comentarios:
Publicar un comentario