lunes, 3 de diciembre de 2018

Time and me or vice versa

Vivir es habitar el mundo de la forma.

La forma tiende a mutar; nunca es estática. Vivimos inmersos en un proceso de transformación incesante, del que en algún momento surgió el tiempo como concepto e instrumento de medida. Se trata de un producto de la experimentación y la observación del fenómeno del cambio, y no es más que una entelequia que usamos para comparar los diversos estadios de la transitoriedad, del flujo inasible de la vida que sucede porque sí; con sus propias leyes y a su propio ritmo.

¿Para qué estoy utilizando este valioso instrumento de la evolución?

Podría dividir un día en 24 horas: despertarme, pasadas las 7 primeras, para ir al trabajo, e invertir las 7 siguientes en ganarme la vida y otras 7 en gastarla entre ocios y aficiones. Las 3 restantes podría utilizarlas para los cuidados, la alimentación, las transiciones... el mantenimiento del entorno que me define como un ser conectado con lo próximo y con lo desconocido. Un ser que ha asumido la experiencia de habitar el mundo de la forma; de la propia forma del cuerpo físico y mental que lo caracteriza. Un ser que en su despliegue, en la sucesión de sus aconteceres vitales, memoriza de manera selectiva y construye para sí una identidad transitoria: el producto inacabado de sus aprendizajes. Así, gracias a la forma de esta identidad, personalidad o ilusión egoica, transito, como creo que lo hacen los demás seres humanos, sumergido en la experiencia de ser uno en relación al otro; de ser uno en conexión con la totalidad. 
Parece que se trata de una división correcta para mi. He creado una estructura donde experimento plenamente la expansión de mi forma: cierto equilibrio, cierta estabilidad, cierta satisfacción y bienestar. 

Encarno el tiempo al asumir la experiencia condensada de la evolución en el plano de la forma. El tiempo es, para mí, el dador de forma, de experiencia vital, de muerte y de renovación.

La habitual confusión del tiempo instrumental, abstracto, frío y aparentemente riguroso, con el tiempo, aparentemente azaroso, de la memoria encarnada que se experimenta en los seres de la creación, es una distorsión que genera graves consecuencias en los estados de vitalidad de los seres vivos: nos impide respetar los procesos de crecimiento propios de cada una de las criaturas de la naturaleza. Esta es, quizás, la mayor fuente de alienación del ser humano. Nos aleja de nosotros mismos y nos anestesia de nuestra conexión con nuestro entorno vital, la naturaleza, en el más amplio sentido del término.



domingo, 24 de junio de 2018

To see or not to be; to be or not to see

Inmerso en la locura colectiva, mentalidad patriarcal o como quiera que cada cual decida nombrar a la climatología social en que habitamos y nos habita -rebaño definitivamente sin pastores, o quizás con tantos pastores que ya no se sabe hacia cuál correr-, quiero compartir algunas observaciones y preguntas que nos invitan a poner el foco en lo que podría ofrecer una experiencia más íntima y transformadora de esta era en profunda renovación. Quizás no sea fácil darse cuenta de que gran parte de lo que hacemos con nuestras mejores intenciones (y digo nuestras, porque la 'mejor intención' no es algo propio, aunque a ti y a mí nos lo parezca) consiste en la reproducción de los mismas programaciones mentales que alimentan la autoridad que nos centrifuga, nos cuece y nos engulle: nuestra falsa autoridad. El patriarcado.  

Como seres humanos condicionados experimentamos determinados apegos o adicciones, frecuentemente desmedidas, por ciertas actitudes o posicionamientos ante la vida de los que cada cual es más o menos consciente. (Conviene recordar que resulta enormemente más fácil ver la paja en el ojo de un hermano que la viga en el propio)

¿Verdaderamente es importante para mí que podamos hacer millonarios a esos cinco jóvenes? ¿Acaso no son ya los más 'ricos' del planeta el mayor peligro para la vida y seguimos alimentando su riqueza y poderío? ¿Me asusta vivir a expensas de una leyes tan injustas, tan disparatadas, tan caprichosas...? ¿No será que las estoy llamando así porque no las comprendo? ¿No será que las llamo así porque no comprendo el contexto en que han sido creadas? O, tal vez... ¿Será que las llamo así porque a quien no comprendo es a mi mismo?

Cuando vivimos sumergidos permanentemente en la polaridad cultura-natura, estamos dejando pasar la oportunidad de explorar y de ver por nosotros mismos, que la falta de equilibrio que percibimos entre los polos podría ser el reflejo de la tensión acumulada -más o menos aguda, que se produce entre lo que creo ser y lo que soy, entre lo aprendido y lo innato, entre la mentalidad racional homogeneizada y la naturaleza individual encorsetada- que impide que nos experimentemos como seres completos en continuo aprendizaje, próximos (o no) al equilibrio mental que permita (o no) al flujo de la vida renovarse en nuestro organismo cuerpo-mente; en la experiencia de estar en paz, con lo que hay, en este momento.


¿Cómo me siento al estar presente en este momento? ¿Podría ser que aquello que estoy rechazando, o preferiría no ver de piel para fuera, se corresponda con lo que me resultaría inaceptable si dirijo la mirada hacia 'adentro'? ¿Podría mirar sin expectativas, sin ‘buenas intenciones’... sin impaciencia? ¿Podría mirar sin temor a que la vida sea algo diferente a lo que quiero que sea o a lo que creo que es? ¿Podría permitir que la vida me revele mi naturaleza esencial? ¿Podría experimentarla sin filtros, sin maquinaria... sin mí, siquiera sea por un instante? 























Viñeta de El Roto

domingo, 22 de abril de 2018

New ways of Flowing

Con tu nacimiento vino al mundo una nueva percepción que va liberando a quienes siguen sometidos a la esclavitud del tiempo. Tu obra es tan grande que no puede ser impuesta a la fuerza; sabe esperar como la semilla que finalmente encuentra suelo fértil un mes de abril... se sabe dejar ir como un grano de polen que confía su viaje al viento en primavera.

Desde el profundo silencio que te conecta con tu naturaleza, miras y sientes la tierra en tu piel antes de cultivarla y crecer con ella. Sabes esperar para ver más allá de la confusión mental cómo La Dificultad Inicial termina cediendo y se abren paso nuevas formas del Fluir.




Cuando el observador está percibiendo puede causar la liberación de una energía creadora que, vuelva a estructurar esta información y, de este modo, librarse de las cadenas del tiempo. De esta manera es posible descender a través de los patrones y niveles señalados en el I Ching y entrar en contacto con el poder de su fuente. En este momento creador, el observador y lo observado, lo explicado y lo implicado, la información y la estructura, la mente y la materia, están vinculados indisolublemente.

La energía creadora que se libera en este momento, se podría comparar con la que se libera en una reacción nuclear, cuando se vuelve a ajustar la estructura interna del núcleo. Su poder es el suficiente como para transformar el significado del patrón actual y de todos los patrones que contiene. Así pues, la energía muere para el orden mecánico de repetición y su estado persistente de confusión, y se dirige hacia nuevas posibilidades. El futuro y sus posibilidades interminables se abren de nuevo al cambio creador.
F. David Peat