sábado, 26 de octubre de 2024

Un viajero cósmico en el Arsenal de Cartagena

  «Porque la realidad está por terminar, /aún no está construida. /De su consumación dependerá/ en el mundo de la vida eterna/ el retorno de una eterna salud.»   


Artaud

Imagen del libro* Imagina Cartagena. Dibujo de Tomás Mendoza
 

Era la segunda vez que visitaba el recinto. O quizás la tercera... pero habían pasado tantos años que apenas recordaba algunas zonas de su fisionomía. Allí se encontraba él, dentro del Arsenal de Cartagena, confinado, sin elección, en los contornos del cuerpo en el que le había tocado viajar desde que comenzó su aventura como terrícola.


Fue en el invierno de 1700 cuando, como portador de una estructura orgánica aparentemente idéntica a la del viajero protagonista, llegó Sebastián Feringán y Cortés, el hacedor del recinto. Hacia 1732 ya se habían puesto en marcha las obras para su construcción: cuarteles, talleres, almacenes, astilleros, carenas y diques en torno al Mar de Mandarache, la laguna interior que propiciaba la construcción de aquel puerto militar de dimensiones considerables. Todas estas infraestructuras fueron dotadas de un potente muro de cierre perimetral que lo mantenía completamente al margen de la vida de la ciudad.


Aunque era poco conocedor de su biografía, algo le decía que Feringán fue muy consciente de la alternancia de ciclos de tiempo y maduración que experimenta la vida, y de que cada unidad de vida lleva incorporado un mecanismo para autorregularse. En cierta manera, sus investigaciones consolidaban su convencimiento de que aquel ingeniero militar sabía, en su fuero interno, que ninguna estructura podría durar más de lo que su naturaleza funcional tuviera de útil para el despliegue orgánico de la evolución de las formas de vida a las que diera soporte.


Así tenía lugar su visita al recinto aquel día de invierno. De pronto volvió a caer en la cuenta de que se encontraba doblemente confinado: dentro de su propia piel, como de costumbre, y dentro de aquel recinto diseñado por Feringán.


Al borde del cantil del muelle, sentado en un enorme noray, sus ojos acompasaban las sutiles ondulaciones sobre la superficie del mar. Una vez más, estaba procesando las múltiples asociaciones que vislumbraba entre la estructura orgánica de su vehículo y la estructura artificial del entorno edilicio donde se encontraba en estado contemplativo: el muro perimetral y la epidermis, las puertas de acceso al recinto y las aberturas o umbrales donde los tejidos especializados atestiguan del flujo de información que entra y sale, y lo descodifican; las calles y las canalizaciones de gases, fluidos y materia sólida, los almacenes, los talleres de reparación, los cuarteles... y las cavidades carnosas, más o menos densas, que procesan las diversas formas de información. Y entre tanto, se sucedían los ciclos de transformación energética y los intercambios de calor entre los diversos sistemas y el medio que los circunda.


Examinando el paralelismo de las formas que surgían en esos dos niveles de observación podía llegar a explicarse las formas o apariencias como sistemas de emergencia de la vida, con sus mecanismos de adaptación y de defensa frente a otras apariencias de vida que, en principio, parecían ajenas a aquellas formas de confinamiento que daban soporte a sus movimientos.


El procesador de su vehículo, cumpliendo la función para la que había sido diseñado, traducía aquellos estímulos sensoriales a los códigos mentalesbásicos, para individualizarse y contarse su propia historia de los mundanales aconteceres: toda la vida sigue ciclos de tiempo. Esta afirmación le perseguía hasta la obsesión. Estaba convencido de que existía un orden, más allá de los patrones de pensamiento impuestos por la cultura dominante, y de que con esta manera de procesar la información llegaría a un profundo entendimiento del gran plan de la naturaleza del que se sentía una prolongación sensorial cualificada.


Otra vez: el muro... la piel... contenedores de dispositivos entrelazados que hacen posibles la continuidad de los procesos cíclicos de la vida. Y, a menudo se preguntaba: en esta yuxtaposición de confinamientos ¿qué queda de la intención germinal que prolonga sus formas? Como no alcanzaba a comprender los motivos para que una forma se extendiera indefinidamente en el tiempo, más allá del ciclo que aparentemente validaba su utilidad, le resultaba difícil aceptar las limitaciones intrínsecas al hecho de habitarlas. Aquel viajero cósmico no se estaba dando cuenta de que muy adentro de su vehículo se estaba cociendo, más allá del tiempo, una revolución silenciosa. Algo sobre lo que no tenía control ni, por descontado, la menor elección.


Con los ojos vueltos hacia dentro, su procesador mental seguía dando vueltas en torno al mismo patrón de pensamiento, tratando de llegar a ver más allá de las formas, la duración de los procesos y sus funciones: siempre nos confinamos con otros en las estructuras que alguna vez edificamos para defendernos de los peligros potenciales y abrigarnos de las inclemencias del exterior. ¿Habremos venido a experimentar la libertad en estas jaulas construidas para la coexistencia? Si este fuera nuestro cometido último, el triunfo del ejercicio humanista por excelencia sería experimentar la paz como resultado de amplificar la capacidad de amar a quien se habría convertido, casi sin darnos cuenta, en nuestra mayor amenaza: el compañero de celda o habitación. De ahí que los mayores inconvenientes de nuestro tiempo sean debidos, en gran parte, tanto a la creciente dimensión física de los espacios de encuentro, como a la compartimentación de nuestras residencias en diversos habitáculos estancos especializados, además del uso indiscriminado de los avances tecnológicospantallas y dispositivos que nos abducen y nos trasladan mentalmente a otros mundos... un coctel cuasi perfecto para evitar la confrontación directa con la presencia de todos aquellos que supongan un desafío la paz que creíamos haber conquistadoAsí, alienados con el desenfrenado progreso de la técnica, nuestra más preciada aspiración se debilita y hay que buscar, de manera intencionada, el acercamiento a los demás cuerpos para poder evaluar, en la relación con el otro, el nivel de conformidad con uno mismo, y con ello el reconocimiento de la propia naturaleza que, al ser singular, es múltiple y diversa.


Continuaba inmerso en su monólogo interno: a este vertiginoso ritmo corremos el riesgo de que la gran nave, el planeta tierra, deje de ser también un espacio de confinamiento para los humanos. ¿Acaso estaremos huyendo de nuestro más íntimo designio?, ¿se estará prolongando indefinidamente el ciclo que podría llevarnos a la propia autorrevelación?¿no podría, semejante exilio interior, estar arrebatándonos la posibilidad de autotrascendencia que nos brinda el verdadero progreso humano?, ¿quién soy?, ¿quién soy yo?, ¿quién soy yo para mí?...


Sin anunciar el movimiento, sus ojos se abren. El mundo se le aparece como un teatro; sobre el escenario los cuerpos interpretan la danza del tiempo y, en el aire, se desvanece lo soñado. La vida, visible al fin... ha revelado su cuerpo en la piel del mundo.


El presente relato de Ignacio Abad, junto con el dibujo de Tomás Mendoza, forma parte de un trabajo realizado por los 85 creadores, entre escritores y artistas, que han participado en el proyecto ‘Imagina Cartagena’, cuyo fruto es un libro y una exposición que se presentaron el 10 de octubre en el Palacio Consistorial.


martes, 30 de enero de 2024

El final de un Ciclo

 “La plaga emocional es una biopatía Crónica del Organismo.”

 “Desde el punto de vista de nuestros ideales "culturales", cabría esperar que la honestidad y la franqueza fuesen actitudes cotidianas y naturales. El hecho de que no lo son sino que, por el contrario, provocan asombro; que las personas sinceras y francas se consideran como algo raro; que, además, ser honesto y sincero implica tan a menudo un peligro social a la vida; todo esto no puede comprenderse de manera alguna sobre la base de la ideología cultural gobernante, sino sólo con un conocimiento de la plaga emocional organizada.”

Wilhelm Reich


Estamos asistiendo al final de una era; la que en Diseño Humano se ha calificado como Era de la Cruz de la Planificación. Estamos a las puertas de un nuevo ciclo global donde el acorazamiento social en la estructura y superestructura del poder se está haciendo trizas. 

Si la imposición de un orden desde afuera basado, en el mejor de los casos, en el “bien común” pudo fructificar en esta etapa evolutiva de la humanidad (1615-2026), ahora estamos viendo con una claridad creciente como las estructuras que no sirven al despliegue orgánico de la Vida y la Conciencia humana están haciendo aguas. Y cada vez más se expande un presentimiento generalizado de que algo que parecía muy sólido se está desmoronando: el antiguo orden y las inquietantes agendas gubernamentales. Mientras, podemos ver algunos destellos del Nuevo Ciclo Global, basado en un Orden Cósmico emergente: nos estamos equipando con herramientas -Diseño Humano Evolutivo- para volver la mirada hacia lo que somos en esencia y en potencia, experimentar nuestra condición energética y vibratoria, y expandir nuestra inteligencia vincular y planetaria para dar respuesta a los tremendos desafíos que nos trae la mutación del 2027

Sin embargo, sin cuestionar el orden “establecido”, el ser humano homogeneizado sigue confiando su seguridad y bienestar a un orden jerárquico donde impera el caos y la corrupción. ¿Qué nos queda aún por ver para dejar de confiar en autoridades externas de semejante condición?. Probablemente mucho todavía

Al parecer, la radiación de fondo fijada durante el ciclo de la Cruz de la Planificación, suministradora de los apoyos comunitarios y los deseos de compartir un experimento colectivo absolutamente encomiable, va a culminar agotando todas las vías y estrategias posibles a favor de este anhelo globalizador totalizante y alienante ya para una cantidad importante de seres humanos. 

Ra Uru Hu, el mensajero del Diseño Humano anunciaba el Nuevo Ciclo que va a dar comienzo a partir del año 2027: La Era del Fénix Durmiente. A nivel energético, este periodo marcará el final de una era de codependencia y el comienzo de otra enraizada en un principio existencial radical: ámate a ti mismo. La radiación de fondo emergente nos dirige hacia la experiencia de libertad que aflora al vivir la propia naturaleza, a la potenciación individual que nos trae los vínculos fértiles y creativos, correctos para el despliegue del potencial innato, a vivir en coherencia con la propia individualidad, honrando la Vida desde la conexión con nosotros mismos y encarnando un propósito único que  nos orienta y da sentido a este particularísimo viaje por el cosmos


“las más de las veces, los hombres no nos acercamos, siquiera, al umbral de lo que nos está pasando en el mundo, de lo que nos está pasando a todos, y, entonces, perdemos la oportunidad de habernos jugado, de llegar a morir en paz, y permanecemos domesticados en la obediencia a una sociedad que no respeta la dignidad del hombre”.

Ernesto Sábato



lunes, 12 de octubre de 2020

take care of the light in you

 
Si viniera, si una mujer viniera, ahora, si una mujer viniera al mundo con la espiga de luz de las matriarcas: debería si hablara de este tiempo, debería tan sólo balbucir, balbucir y así tal vez, tal vez así, así así, tal vez...

Chantal Maillard

martes, 28 de abril de 2020

Vida: el riesgo de amarse a una misma

La norma de la sociedad -del sistema- nos iguala, nos hace predecibles y  prescindibles, obedientes y dependientes de autoridades externas.


La norma de la vida -de la naturaleza- nos diferencia, nos hace únicos y profundamente valiosos, libres e interdependientes de los demás sistemas vivos.

Un día de abril de 2020 te despiertas sumergida en una profunda melancolía...




... y llega el momento de reordenar las cosas. El orden viejo no se sostiene más.

¿Qué podría ser el sistema? 
¿Cómo podemos crear las condiciones para que mejore la vida del humano: el individuo? 
¿Qué podemos hacer para que ningún humano quede indefenso o excluido?

Todas las posibilidades evolutivas están aquí. Es un momento único para que lo nuevo pueda enraizarse en el planeta. Es una posibilidad que se está haciendo viable ahora. En cada nueva vida humana está emergiendo la semilla de lo que es posible y necesario. Nacemos a las lógicas de lo viviente. 

Es la llamada profunda a ser quien soy, y nada más. Un potencial de vida expresándose e inspirando desde su unicidad.  

¿Cómo podemos crear el espacio de acogida para que ninguna vida quede desatendida o descuidada? ¿Cómo podemos hacerlo?

La mutación está en marcha, y no espera a que se produzcan los alineamientos individuales: esto solo puede ocurrir de uno en uno.
Cuando las alternativas 'razonables' ha probado su ineficiencia (en términos humanos y no normativos y estadísticos), cuando todas las tentativas de sostenibilidad dirigidas por nuestras mentes estratégicas e hipertrofiadas se hacen insostenibles y revelan su impotencia... ha llegado la hora de asumir como propia la única norma: la de la vida. La ley del cambio es emergente, imprevisible... no deja fuera a nada que esté creando... a nadie que  esté naciendo y muriendo.  

Hay un sentido profundo que te exige estar ahí, aquí, en este instante, con la vida, sintiendo la pulsación, abrazando lo desconocido. Demanda el desprendimiento de todo aquello accesorio e inútil para la mutación: una confianza inquebrantable en el propio camino evolutivo. El de la naturaleza y el humano, sin disputa. Hondamente acordados... ¿Recuerdas?

Tratar de razonarlo se convierte en un lastre para el despliegue del potencial mutativo. La melancolía es una fuente creativa inagotable. Trae recursos inesperados, insospechados, inauditos, insólitos... tan necesarios para vivir en equilibrio...

¿Cómo esperar sin paciencia? 
¿Cómo expresar sin confianza?
¿Cómo escucharse, cómo darse espacio, cómo dejarse ser con tantos argumentos en contra que justifican miedos y discordias? 
¿Cómo responder sin la hipocresía de las respuestas aprendidas?
¿Cómo hacer para soslayar la tiranía de las autoridades externas?
¿CÓMO NO VIVIR CONECTADA A LA VIDA? 

¿Cómo ser una misma y amarse cuando todo lo aprendido conduce hacia la distorsión de la muerte? Ese miedo atroz que no deja vivir-morir-vivir...
¿Cómo resistirse al impulso de mutar? 
¿Cómo no confiar en este proceso de renovación y renacimiento, permanente y perpetuo, que nos está llevando sin anunciarse?
¿Cómo desprenderse de todo el miedo a vivir, a amar, a morir?

Vida ha nacido rendida a vivir auténticamente. Nunca se comprometió con llegar a ser algo porque su naturaleza es tan rotunda que pudo abrirse paso entre las leyes humanas y se hizo más fuerte frente a los impedimentos y las trampas de la sociedad y la cultura reinantes. 

Su único compromiso ha sido -y sigue siendo hoy- consigo misma: con la Vida. Un ejemplo de autenticidad que potencia a quienes se cruzan en su camino. La posibilidad de una forma de vida única. 


Hoy La Factory cumple otro año. Hoy se abre un nuevo camino que descubre inconmensurables posibilidades de mejorar la vida de sus compañeros humanos...¿Qué clase de orden nos espera?

lunes, 16 de marzo de 2020

Siento luego vivo

Hijo de la divinidad:
mientras te sigas resistiendo al AMAR
mantendrás cerrada la puerta al sentido profundo del VIVIR

Dentro de ti hay un espacio que aguarda, 
pacientemente,
tu rendición.

viernes, 17 de enero de 2020

I feel so different

Somos lo que comemos, 
somos lo que pensamos, 
somos lo que amamos,  
somos lo que nos rodea... 
somos lo que nos contamos. 
Somos conciencia auto-reflectante.

Parece que nos afecta gravemente cómo nos mira o nos interpreta el otro. Vivimos profundamente condicionados por lo que creemos ser para aquel o aquello que no somos. Esta extendida afección da lugar a mecanismos de compensación que distorsionan de manera alarmante la percepción de nosotros mismos, y transforman la prodigiosa aventura de vivirnos tal y como somos, en una lucha angustiosa por sobrevivirnos. 

En el entorno en que nacemos y crecemos, nos acecha la falta de apreciación por la singularidad innata con la que venimos a experimentarnos. Muy pronto nos sentimos tentados a probar una droga monstruosa:  ser visto y reconocido por todo aquello que no somos. Esta temprana adicción nos ata a experimentar la vida desde una fijación fatal: la idea de aquello que creemos ser.  

Parece que ya no nos sacian los relatos homogéneos que nos contamos para creernos todos, o casi todos, lo mismo o algo parecido. Así se han construido las dictaduras y las sociedades que conocemos.  

El desencanto con lo estandarizado -el statu quo- se extiende de manera irrevocable. Parece que estuviéramos llegando al final de un ciclo.  

Parece que otros muchos relatos sean ahora posibles, y que haya quedado espacio para cualquier cosa que nos entretenga y nos permita prolongar el delirio y la enajenación. 

Mientras otros mundos cristalizan, o no, seguimos huyendo hacia delante aunque el oeste, en construcción y decadencia galopantes, nos parezca claramente un fraude.
  
Parece que la inestabilidad, la indeterminación y la incertidumbre a la que por naturaleza nos impele el vivir tenga su momento de acogida y afirmación en la unicidad del individuo. 

Simultáneamente la singularidad ficticia sigue calando de manera grotesca en las masas, embutiendo ingentes cantidades de organismos humanos en las previsibles formas del narcisismo.

Parece que vivir en la superficie de los cauces y de las cosas nos esté llevando en la corriente del divertimento y el cansancio que indefectiblemente desemboca en el hastío.

Parece necesario y casi urgente dar un paso más, ir hacia dentro, quizás, o de algún modo despegarse y mirar con la amplitud del que ha coronado una posición cardinal.

Sin duda, todo ese futuro, con el que se nos llena la boca de razones, depende de lo que está sucediendo en este preciso instante. De la presencia y de la ausencia  de mí como polos de un equilibrio posible y plausible.

Sabiéndonos íntimamente únicos y que en esta condición reside nuestro inconmensurable valor, nos dilapidamos vendiéndonos por lo que creemos que nos hace valiosos a 'los ojos del otro'. 

Para la sociedad, esa cosa abstracta y abstrusa a la que cada cual alimenta a su manera, somos apenas una moneda de cambio cuyo valor real es igual a cero. ¿Quién no se ha dado cuenta todavía?

A pesar de todo, parece que quisiéramos seguir atados a esta rueda de producción y consumo contribuyendo con una energía vital que rara vez se aprecia porque cada vez se hace más densa y viscosa: la vida humana se confina y se agota en estos sin sentidos con la demostración de la 'propia' valía, la adherencia a ideologías gastadas y la persecución del reconocimiento.  

Cuando el peso y el precio de la singularidad ficticia se hace insostenible se dibuja la posibilidad, quizás ineludible, de dar la bienvenida a una oportunidad real: la emergencia de un nuevo ciclo en la rueda de nacimiento y muerte. El acontecer de una individualidad orgánica, de una singularidad que conecta al organismo con los ritmos de la vida: con su propia diferencia.

Estos últimos años se están creando las condiciones materiales de acogida para la nueva humanidad emergente.

El planeta -escenario de nuestros mundos- nos devuelve la mirada hacia adentro. Cada existencia humana descubre afuera el reflejo de su propio mundo. 

Descubrir la irrealidad de lo que nos parece real es liberar un espacio diferenciado en la 'propia' mente para la emergencia de un ser -el humano- que se sabe absolutamente único y al servicio de algo inmensamente mayor que sí mismo. 

Si nos lo contamos así dispondremos de evidencias suficientes para agudizar la mirada desde el interior de lo que somos, o de lo que estamos haciendo de nosotros mismos, como individuos que encarnan el extraordinario potencial para despertar a una conciencia auto-reflectante.

martes, 1 de enero de 2019

Gracias por Acogerme



Gracias por permitirme este viaje de transformación sin principio ni final...

Nacido del amor vengo a crecer y a transformarme en amor.
Todos los escenarios me invitan a danzar en la experiencia de ser uno y una parte del uno. También me invitan a saberme acogido y acompañado por otro; por otros que han llegado conmigo a transformarse en amor.

La conciencia nos acerca a la comprensión de que ya somos ese amor que anhelamos, de que ya somos ese único latido en que nos estamos transformando, de que no necesitamos cambiar nada ahí afuera para simplemente acogerlo, adentro, abiertos a cualquiera que sean las formas en que se nos revele.
Toda forma es simultáneamente vehículo y expresión del amor que se está transformando en una forma nueva, en un proceso de renovación y depuración sin principio ni final... a través del amor que encarna. Cualquier oposición a esta transformación en la que toda forma humana se encuentra sumergida es completamente inútil.
Todos confluimos en el mismo río. Todos nos derramamos en el único mar.
Poco a poco, cada cual a su propio ritmo, navegando, aprendemos a flotar.

Feliz año nuevo compañer@!
Te deseo un viaje lleno de aventuras, de aprendizajes y revelaciones.






lunes, 3 de diciembre de 2018

Time and me or vice versa

Vivir es habitar el mundo de la forma.

La forma tiende a mutar; nunca es estática. Vivimos inmersos en un proceso de transformación incesante, del que en algún momento surgió el tiempo como concepto e instrumento de medida. Se trata de un producto de la experimentación y la observación del fenómeno del cambio, y no es más que una entelequia que usamos para comparar los diversos estadios de la transitoriedad, del flujo inasible de la vida que sucede porque sí; con sus propias leyes y a su propio ritmo.

¿Para qué estoy utilizando este valioso instrumento de la evolución?

Podría dividir un día en 24 horas: despertarme, pasadas las 7 primeras, para ir al trabajo, e invertir las 7 siguientes en ganarme la vida y otras 7 en gastarla entre ocios y aficiones. Las 3 restantes podría utilizarlas para los cuidados, la alimentación, las transiciones... el mantenimiento del entorno que me define como un ser conectado con lo próximo y con lo desconocido. Un ser que ha asumido la experiencia de habitar el mundo de la forma; de la propia forma del cuerpo físico y mental que lo caracteriza. Un ser que en su despliegue, en la sucesión de sus aconteceres vitales, memoriza de manera selectiva y construye para sí una identidad transitoria: el producto inacabado de sus aprendizajes. Así, gracias a la forma de esta identidad, personalidad o ilusión egoica, transito, como creo que lo hacen los demás seres humanos, sumergido en la experiencia de ser uno en relación al otro; de ser uno en conexión con la totalidad. 
Parece que se trata de una división correcta para mi. He creado una estructura donde experimento plenamente la expansión de mi forma: cierto equilibrio, cierta estabilidad, cierta satisfacción y bienestar. 

Encarno el tiempo al asumir la experiencia condensada de la evolución en el plano de la forma. El tiempo es, para mí, el dador de forma, de experiencia vital, de muerte y de renovación.

La habitual confusión del tiempo instrumental, abstracto, frío y aparentemente riguroso, con el tiempo, aparentemente azaroso, de la memoria encarnada que se experimenta en los seres de la creación, es una distorsión que genera graves consecuencias en los estados de vitalidad de los seres vivos: nos impide respetar los procesos de crecimiento propios de cada una de las criaturas de la naturaleza. Esta es, quizás, la mayor fuente de alienación del ser humano. Nos aleja de nosotros mismos y nos anestesia de nuestra conexión con nuestro entorno vital, la naturaleza, en el más amplio sentido del término.



domingo, 24 de junio de 2018

To see or not to be; to be or not to see

Inmerso en la locura colectiva, mentalidad patriarcal o como quiera que cada cual decida nombrar a la climatología social en que habitamos y nos habita -rebaño definitivamente sin pastores, o quizás con tantos pastores que ya no se sabe hacia cuál correr-, quiero compartir algunas observaciones y preguntas que nos invitan a poner el foco en lo que podría ofrecer una experiencia más íntima y transformadora de esta era en profunda renovación. Quizás no sea fácil darse cuenta de que gran parte de lo que hacemos con nuestras mejores intenciones (y digo nuestras, porque la 'mejor intención' no es algo propio, aunque a ti y a mí nos lo parezca) consiste en la reproducción de los mismas programaciones mentales que alimentan la autoridad que nos centrifuga, nos cuece y nos engulle: nuestra falsa autoridad. El patriarcado.  

Como seres humanos condicionados experimentamos determinados apegos o adicciones, frecuentemente desmedidas, por ciertas actitudes o posicionamientos ante la vida de los que cada cual es más o menos consciente. (Conviene recordar que resulta enormemente más fácil ver la paja en el ojo de un hermano que la viga en el propio)

¿Verdaderamente es importante para mí que podamos hacer millonarios a esos cinco jóvenes? ¿Acaso no son ya los más 'ricos' del planeta el mayor peligro para la vida y seguimos alimentando su riqueza y poderío? ¿Me asusta vivir a expensas de una leyes tan injustas, tan disparatadas, tan caprichosas...? ¿No será que las estoy llamando así porque no las comprendo? ¿No será que las llamo así porque no comprendo el contexto en que han sido creadas? O, tal vez... ¿Será que las llamo así porque a quien no comprendo es a mi mismo?

Cuando vivimos sumergidos permanentemente en la polaridad cultura-natura, estamos dejando pasar la oportunidad de explorar y de ver por nosotros mismos, que la falta de equilibrio que percibimos entre los polos podría ser el reflejo de la tensión acumulada -más o menos aguda, que se produce entre lo que creo ser y lo que soy, entre lo aprendido y lo innato, entre la mentalidad racional homogeneizada y la naturaleza individual encorsetada- que impide que nos experimentemos como seres completos en continuo aprendizaje, próximos (o no) al equilibrio mental que permita (o no) al flujo de la vida renovarse en nuestro organismo cuerpo-mente; en la experiencia de estar en paz, con lo que hay, en este momento.


¿Cómo me siento al estar presente en este momento? ¿Podría ser que aquello que estoy rechazando, o preferiría no ver de piel para fuera, se corresponda con lo que me resultaría inaceptable si dirijo la mirada hacia 'adentro'? ¿Podría mirar sin expectativas, sin ‘buenas intenciones’... sin impaciencia? ¿Podría mirar sin temor a que la vida sea algo diferente a lo que quiero que sea o a lo que creo que es? ¿Podría permitir que la vida me revele mi naturaleza esencial? ¿Podría experimentarla sin filtros, sin maquinaria... sin mí, siquiera sea por un instante? 























Viñeta de El Roto

domingo, 22 de abril de 2018

New ways of Flowing

Con tu nacimiento vino al mundo una nueva percepción que va liberando a quienes siguen sometidos a la esclavitud del tiempo. Tu obra es tan grande que no puede ser impuesta a la fuerza; sabe esperar como la semilla que finalmente encuentra suelo fértil un mes de abril... se sabe dejar ir como un grano de polen que confía su viaje al viento en primavera.

Desde el profundo silencio que te conecta con tu naturaleza, miras y sientes la tierra en tu piel antes de cultivarla y crecer con ella. Sabes esperar para ver más allá de la confusión mental cómo La Dificultad Inicial termina cediendo y se abren paso nuevas formas del Fluir.




Cuando el observador está percibiendo puede causar la liberación de una energía creadora que, vuelva a estructurar esta información y, de este modo, librarse de las cadenas del tiempo. De esta manera es posible descender a través de los patrones y niveles señalados en el I Ching y entrar en contacto con el poder de su fuente. En este momento creador, el observador y lo observado, lo explicado y lo implicado, la información y la estructura, la mente y la materia, están vinculados indisolublemente.

La energía creadora que se libera en este momento, se podría comparar con la que se libera en una reacción nuclear, cuando se vuelve a ajustar la estructura interna del núcleo. Su poder es el suficiente como para transformar el significado del patrón actual y de todos los patrones que contiene. Así pues, la energía muere para el orden mecánico de repetición y su estado persistente de confusión, y se dirige hacia nuevas posibilidades. El futuro y sus posibilidades interminables se abren de nuevo al cambio creador.
F. David Peat